
por Àlvaro Calero
En 1999, Empúries (Barcelona) publicó los dos primeros volúmenes de la saga Harry Potter, de J. K. Rowling, traducidos al catalán por Laura Escorihuela. La recepción no fue la misma en todo el territorio. Mientras que en el Principado de Cataluña se habían vendido unos 73.000 ejemplares de Harry Potter i la pedra filosofal, en el País Valenciano tan solo se habían vendido 1.200. Los editores pensaron que la causa era el modelo de lengua; más concretamente, la variedad geográfica que emergía en el texto, demasiado localizada en Barcelona. En consecuencia, decidieron valencianizar el modelo de lengua. Así, en 2001, en el marco de un acuerdo editorial con Tàndem (Valencia), salió a la venta la adaptación del primer volumen, de la mano de Salvador Company, coincidiendo con el estreno de la primera película, doblada al español (el doblaje al catalán apareció en 2004). La adaptación valenciana del segundo volumen, Harry Potter i la cambra secreta, vio la luz al año siguiente, en 2002, y es el último volumen que se adaptó.
El catalán es una lengua hablada en un área no muy extensa y, además, todavía procura consolidar su proceso de estandarización. Por eso, este fenómeno desató una gran polémica sobre los modelos de lengua y la supuesta necesidad de las adaptaciones geográficas, por temor de que se volvieran sistemáticas. Probablemente, el hecho de que se tratara de una traducción también contribuyó a la polémica, dado que la percepción sobre la variación lingüística cambia. En un original, la variedad latente se atribuye al estilo del autor, según su procedencia geográfica. Sin embargo, un texto traducido suele percibirse como externo a la comunidad lingüística y, por lo tanto, se tiende a conferirle la cualidad de neutro, es decir, más estandarizado. Ahora bien, la variación lingüística puede aflorar en cualquier texto, traducido o no, más aún si se trata de literatura. El contexto de la obra puede requerir desviarse del estándar o, incluso, transgredir la ortografía, a fin de reproducir para el público meta el efecto que tiene el texto para el de origen. En estos casos, para garantizar la calidad del producto, se pueden utilizar todas las opciones del repertorio lingüístico.
En el caso de Harry Potter en catalán, uno de los elementos que suscitó modificaciones fue el adjetivo dolent (‘malo’). Ciertos discursos políticos de calado social han tendido a asociar formas lingüísticas más o menos sinónimas a territorios diferentes, lo que ha fomentado una percepción dialectalizada de la lengua. Con lo cual, aunque dolent también se usa en el País Valenciano, remite simbólicamente al Principado y, por eso, decidieron substituirlo.
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Naughty, naughty, you’ll get caughty. (p. 170)
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Dolents, dolents, us agafaran per les dents (p. 158)
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Roïns, roïns, us agafaran per les dents (p. 178)
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Ejemplo 1. Harry Potter i la pedra filosofal
En el ejemplo 1 encontramos que, al reemplazar dolent, la rima y el ritmo en el original y en la versión barcelonesa se pierden en la valenciana, en esta intervención de Peeves. Con todo, las adaptaciones suelen contener menos erratas, por las revisiones adicionales.