La corrección postdigital: Lo que el corrector no se llevó

7 de marzo de 2019

por Xantal Aubareda

 

Si bien son muy útiles y casi imprescindibles, los correctores ortográficos y gramaticales en línea no detectan todos los errores lingüísticos de un texto. Daniel Casals, Ana M. Torrent y Margarita Bassols se han dado cuenta de que muchos de los usuarios tenemos una confianza ingenuamente excesiva en estos verificadores, y han elaborado una guía práctica para los escritores en catalán con el objetivo de ayudarnos a prestar atención a un determinado tipo de errores que el corrector digital no resuelve. Allò que el corrector no s’endugué. La correcció postdigital (Lo que el corrector no se llevó. La corrección postdigital) responde a la necesidad creciente de crear textos de calidad que tenemos los usuarios, que reconocemos cada vez más la importancia que está adquiriendo la calidad de las comunicaciones, cosa que nos obliga a ser más autoexigentes. Del libro, publicado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Barcelona, se hizo una edición revisada y corregida en 2018.

Con el desarrollo de las TIC (Tecnologías para la Información y la Comunicación), que ha supuesto una profunda transformación en la manera de escribir y corregir los textos, han aparecido nuevas herramientas para su procesamiento digital. Sin embargo, los procesadores automáticos del texto, a pesar de estar cada vez más interrelacionados con correctores ortográficos, diccionarios y enciclopedias en línea, todavía no son capaces de detectar todos los errores que puede haber en un texto.

 

 

 

Los autores han agrupado aquellas dificultades lingüísticas más frecuentes que supondrían una consulta muy laboriosa a las gramáticas o los diccionarios y que el procesador automático del texto no detecta. No se trata de una obra erudita para especialistas, sino de una herramienta práctica para los profesionales de la lengua y el usuario en general. La guía incluye veinte unidades y cada una plantea una dificultad, explica los parámetros que la determinan, ofrece una serie de soluciones, propone ejercicios que se resuelven al final de libro y termina la unidad con un apéndice de referencias para profundizar en el tema. El manual resuelve, de manera eficaz y sintética, dudas tan variadas como el uso de las comillas y las cursivas, las mayúsculas y las minúsculas, las comas, los pronombres, los posesivos, los complementos directo e indirecto, los verbos ser y estar, los adverbios, los adjuntos locativos, el orden de los sintagmas o las interferencias del castellano y del inglés en el catalán, entre otras cuestiones.

El objetivo de esta guía es concienciar al usuario de que, por un lado, no todo lo que el verificador automático detecta está mal y, por otro lado, de que no todo lo que no detecta está bien. Si con el título «Lo que el corrector no se llevó» los autores quieren que nos demos cuenta de que el corrector automático no detecta todos los errores, con el subtítulo «La corrección postdigital» pretenden que seamos críticos con estos correctores digitales, a la vez que se pone de relieve la importancia del factor humano en la revisión textual. Y es que, ciertamente, los verificadores automáticos no pueden sustituir —todavía— la competencia personal del redactor. Como nos recuerdan los autores del libro, sólo a él le puede chirriar una oración como «Frecuentemente utilizamos abusivamente adverbios en mente».

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